Esdras 5:8 “Sea notorio al
rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se
edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y
la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos.”
HISTORIA
Los judíos fueron llevados cautivos por Nabucodonosor a Babilonia alrededor del
año 586 a.C, lugar donde estuvieron por un poco más de 70 años.
Mientras tanto, en Jerusalén donde vivían antes, el templo fue destruido, los
muros de la ciudad también destruida habiendo sido quemadas sus grandes
puertas, y muchas viviendas de la ciudad sufrieron también
devastación.
Sin embargo,
cuando los persas dominaron a los babilonios, su rey Ciro, decretó que los
judíos pueden regresar a Jerusalén (a varios miles de kilómetros) y reconstruir
sus viviendas, su templo, y sus muros.
Lo que es común en muchos casos, no hicieron falta los enemigos de la obra de
Dios que quisieron detener el trabajo que se hacía desde el decreto de Ciro
hasta la época de varios reyes posteriores (Edras 4:4-10).
Nuestro versículo de inicio para este mensaje (Esdras 5:8) contiene parte de las
palabras de una carta informe imparcial que Tatnai y Setar-bozani
(representantes del rey persa Darío que gobernaban en las satrapías cercanas a
Jerusalén), le enviaron al rey Darío, acerca de los avances y problemas que
estaban teniendo los judíos en la reconstrucción de todas su ciudad.
Afortunadamente no
juzgaron ni impidieron la edificación de Jerusalén sino que dijeron las cosas
tal como estaban aconteciendo tomando en cuenta las declaraciones de los mismos
interesados en reconstruir Jerusalén.
Pero lo que quiero resaltar de aquella carta es que decía: “Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia
de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya
los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y
prospera en sus manos” (Esdras
5:8).
¡Qué
informe más alentador!, y ¡qué comprometidos más ejemplares! “…la obra se hace de prisa, y prospera en sus
manos”, y a pesar de la oposición.
De la misma
manera, aunque finalmente Dios es quien ha dado, da y dará el crecimiento a
esta congregación (1
Corintios 3:6-7), el trabajo a realizar también está en nuestras
manos, en las manos de los miembros de esta congregación.
Pero surge la
pregunta: ¿cómo le hicieron estos judíos para que la obra de Dios que estaba en
manos de ellos prosperara?
¿QUÉ HACER PARA
QUE PROSPERE LA OBRA DE DIOS?
Los
siguientes textos bíblicos que les compartiré en este mensaje, nos enseñan los
requisitos que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de
Dios bajo su responsabilidad progrese.
¿Cuáles son esos
requisitos que debemos cumplir para que la obra de Dios, bajo nuestra responsabilidad,
progrese?
Los requisitos que
se cumplen sirven para progresar la obra y sacarla adelante.
El primer
requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de
Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
I.- NO TE QUEDES DORMIDO DE ÁNIMO, SINO
LEVÁNTATE.
¿Cómo
comenzó todo?
La historia del caso nos dice que: “Entonces se levantaron los jefes de las casas
paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo
espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en
Jerusalén” (Esdras 1:5).
Despiertos para edificar la casa de Dios.
Lo que estas
palabras están diciendo es que cuando no tuvieron ninguna iniciativa o ningún
movimiento para hacer algo a favor de su propia comunidad, ellos se encontraban
DORMIDOS, no con los ojos físicos, sino de ánimo o de espíritu.
Sin embargo, este
mismo texto nos dice que habiendo sido despertados por Dios “se levantaron […] todos
aquellos cuyo espíritu despertó Dios…”.
Gracias
primeramente a Dios quien los despertó, pero gracias a ellos también que
dejaron ser despertados, y “se levantaron […] para subir a edificar la
casa de Jehová,…”.
LOS PELIGROS DE
NO QUERER DESPERTAR
La Biblia nos presenta los peligros de no querer despertar y levantarse a
hacer algo para el bien personal y de otros.
Por ejemplo:
1) ¿Qué le sucedió a Sansón quien mientras
dormía quizá soñaba con sus conquistas gracias a la fuerza extraordinaria que
Dios le había dado?
Mientras dormía le cortaron el cabello y perdió el mismo poder que Dios le daba.
(Jueces 16:15-21).
2) ¿Qué le sucedió a Saúl quien mientras
dormía quizá se deleitaba viendo en sueños a sus enemigos caer bajo sus pies?
¡Mientras dormía, David le cortó un pedazo de la orilla de su manto!
(1Samuel 24:3-4).
3) ¿Qué le sucedió a Jonás quien mientras
dormía en un barco huyendo a donde Dios no le había mandado?
Los tripulantes se burlan de él diciéndole: “¿Qué tienes dormilón?” (Jonás 1:6).
Y aunque quizá soñaba disfrutar de unas espléndidas vacaciones en el puerto de
Tarsis, acabó en el vientre de un gran pez por desobediente.
4) Jesús mismo nos dice en una de sus parábolas
que un hombre que “sembró buena semilla en su
campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre
el trigo, y se fue” (Mateo
13:24-25).
De haber estado despierto, posiblemente el enemigo no habría podido sembrar
cizaña.
Estos son los
creyentes que trabajan un poco y se duermen, y tras ese descuido vienen las
consecuencias para la obra que abandonan.
Amados hermanos,
levántense todos del sueño que afecta para el progreso de la obra de Dios que
Él ha puesto en las manos de ustedes.
¿Cuál es la
iniciativa, o participación actual de usted en la obra de Dios?
Yo creo que usted
no está dormido porque el haber creído en Jesucristo ha sido el momento en el
que usted despertó de su sueño; pero todavía no se ha levantado de la hamaca o
de la cama por la flojera del espíritu o ánimo.
Usted necesita
levantarse para unirse a la visión y misión de esta congregación.
El segundo
requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de
Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
II.- NO TE QUEDES SIN OCUPAR TU LUGAR, SINO
PARTICIPA.
Relacionado con el desarrollo de la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén,
leemos en el libro de Nehemías capítulo 3 que, dada la naturaleza del trabajo a
realizar, todos los varones jefes de familia tomaron un tramo para
reconstruir.
En otras palabras,
cada uno ocupó su lugar.
Todos ellos son los que habían sido despertados de ánimo por Dios, que ahora
estaban ocupando un lugar para hacer algo por el bien de su comunidad,
reconstruyendo en este momento el muro y las puertas de la ciudad.
Un caso que llama la atención es el caso de un hombre llamado Salum del
cuál dice Nehemías: “Junto
a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador de la mitad de la región de
Jerusalén, él con sus hijas” (Nehemías
3:12).
Aun siendo
gobernante de medio Jerusalén, y aun no estando obligadas sus hijas a realizar
ese tipo de trabajo, allí estaban voluntariamente comprometidos, ocupando un
lugar en el trabajo (aunque no les tocaba a las hijas) para que la obra que
estaba en manos de ellos fuese prosperada.
Amados hermanos, esta congregación tiene grandes necesidades de apoyo no
tanto de gente que venga a prestarles apoyo, sino de que ustedes mismos ocupen
su lugar (no me refiero al lugar en las bancas) sino en el servicio de:
la
enseñanza,
la
visitación,
la
predicación,
la
consejería,
el
ornato,
la
limpieza,
el
servicio a los necesitados,
la
oración,
y una amplia de
necesidades que no son los ajenos y extraños que deben hacerlo sino los de esta
propia congregación.
Sean también como
Salum quien junto con sus hijas hicieron las cosas más por decisión voluntaria
que por obligación.
No cuestionó si aparece el nombre de sus hijas en la lista o no, sino
simplemente vio la necesidad, y con toda su familia pusieron ¡manos a la
obra!
Pero, más que
imitar a Salum, imiten a Jesucristo quien viendo nuestra gran necesidad
espiritual vino a este mundo a realizar el trabajo necesario para nuestra
salvación.
Él ocupó el lugar de usted para pagar los pecados que usted iba a cometer;
ahora solamente le toca a usted ocupar el lugar en la obra de Dios para
prosperar la obra que está encomendada en las manos de usted.
El tercer
requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de
Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
III.- NO ESPERES QUE TODOS SE INVOLUCREN, SINO
TRABAJA.
Es
lamentable observar que en cualquier trabajo no todos se involucran, aunque se
trate de la misma obra de Dios.
Nehemías nos relata acerca de los tecoitas que también ocuparon su lugar
en la obra, “…pero
sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor” (Nehemías 3:5b).
Qué buen ejemplo
de estos tecoitas que no se sentaron a esperar que sus líderes comiencen a ser
ejemplo en el trabajo que había qué hacer.
Es más, creo yo,
que ellos mismos hicieron y con todo amor por la obra, la parte que “sus grandes” no quisieron hacer.
Es lamentable que de quienes pudieron esperar más, de “sus grandes”, es quienes menos dieron y quienes menos
hicieron.
No se trataba de
los pobres que bien podían justificar su falta de recursos para aportar en tan
grande obra, ni se trataba de los débiles que bien podrían también justificar
que se encontraban enfermos o discapacitados para realizar tan demasiada y
cansada labor; sino que fueron los “grandes”, los jefes, las autoridades, los representantes, los
pudientes, que no apoyaron la obra.
Sin embargo, la
buena noticia es que los tecoitas no se dejaron arrastrar por el mal
ejemplo.
Se dieron cuenta
que no tenían que esperar hasta que todos quieran, pues quizá nunca se
iba a dar ese ideal, sin embargo, entendieron que a pesar de los que no
quisieran, ellos tenían que hacerlo, y así lo hicieron, y “sus grandes” jamás apoyaron.
Hermanos pastores, lo mismo sucede en las iglesias de nuestro Salvador y
Señor Jesucristo.
Siempre hay
hermanos que, aun siendo oficiales de la iglesia o directivos de esta, o aun
siendo ministros de educación, evangelismo, relaciones, o recursos, (es decir,
los “grandes”)
nunca o solo a veces hacen lo que es necesario hacer en la obra de Dios
que ha sido confiado en sus manos.
Usted no se
preocupe.
Usted simplemente
por amor a la obra de Dios, y por gratitud a su Salvador, esfuércese a ocupar su
lugar y trabajar haciendo aun lo que ellos mismos no hacen.
El cuarto
requisito que cada miembro del pueblo de Dios debe cumplir para que la obra de
Dios bajo nuestra responsabilidad prospere, es:
IV.- NO TE DESANIMES POR LAS CRÍTICAS: SINO
SIGUE TRABAJANDO.
Ahora
veamos qué sucedió contra esta gente:
*
despierta,
*
levantada,
*
ocupando su lugar sin esperar que los expertos comiencen a hacer algo para la
obra.
Nehemías 4:1-3 nos dice que: “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos
el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.
Y
habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo:
*
¿Qué hacen estos débiles judíos?
*
¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios?
*
¿Acabarán en un día?
*
¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?
Y
estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo:
*
Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará”
Lo que aquí notamos es que no hizo falta las críticas.
1)
de que eran solamente unos debiluchos,
2)
de que tal vez nunca logren su objetivo de volver a adorar a su Dios en
Jerusalén,
3)
de que ni en un día ni en muchos días terminarían su proyecto de reconstrucción,
4)
de que lo quemado y lo hecho polvo no iba a poder ser restaurado,
5)
que no sabían hacer su trabajo pues solamente el peso de una zorra en el muro
derrumbaría todo.
Sin embargo, ellos
no haciendo caso a las críticas, siguieron trabajando eso sirvió para que la
obra que ellos realizaban fuese prosperada.
Pero afortunadamente es Dios quien escoge para su obra.
Dios no escoge a los más destacados, no a los más poderosos del mundo sino a
los que parece que no son algo en la vida.
Dice el apóstol
Pablo a los Corintios: 1 Corintios 1:26-29 “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que
no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino
que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil
del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo
y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que
es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”
No importa que le
critiquen, porque está de por medio que Dios le ha elegido para una tarea muy
especial para prosperar su obra.
A nuestro Señor lo
señalaron como pecador cuando no lo era, lo señalaron como comilón y bebedor de
vino cuando no lo era por adicción o pecaminosidad (Mateo 11:19; Lucas 7:34)
Lo señalaron como farsante
aun en la misma cruz cuando le dijeron que si en verdad era el Hijo de Dios
que se bajara de la cruz y bajara a los demás (Marcos 15:29-32).
Amados hermanos, todo el que hace algo bueno para que la obra prospere, será
criticado, y mientras más excelente sean sus opiniones, acciones, y
aportaciones, más bajas y viles serán las críticas en su contra.
Recientemente le
pregunté a una persona si siempre iba a la iglesia, y me llamó la atención
su respuesta. Me dijo: “Pastor, tristemente he visto a muchos comenzar en la iglesia y
después se van porque no soportaron los problemas, pero yo sigo allí”.
Qué triste cuando
son los mismos hermanos que se critican negativamente unos a otros, pues en vez
de ayudar al progreso de la obra, solamente la paralizan.
Espero que usted
no sea de estos que no se dan cuenta de que en vez de construir
solamente destruyen.
Dios me libre y
nos libre de ser este tipo de personas.
Sin embargo,
hermano(a) usted a pesar de los problemas y críticas que surgen en el interior
de su congregación, usted siga trabajando para el progreso de la obra de Dios
que Él ha confiado también en las manos de usted.
CONCLUSIÓN: Amados hermanos, toda la obra que debió
hacerse en los muros de la ciudad de Jerusalén, no se había hecho
después del gobierno de los emperadores persas, desde Ciro hasta Darío (como 25
años en total).
Cuando cada
miembro del pueblo de Dios que habitaba en esa ciudad y sus aldeas cercanas cumplió
los requisitos antes mencionados, todo el trabajo se hizo en solamente
cincuenta y dos días.
Nehemías nos lo
relata diciendo: “Fue
terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y
dos días” (Nehemías 6:15).
Por
eso les dije al principio: “no nos detendremos solamente a celebrar el pasado, sino que nos
dispondremos a mirar el futuro de la obra de Dios en este lugar”.
No miremos los
fracasos y atrasos que hemos tenido en los años anteriores, e incluso no
miremos ni siquiera los éxitos, porque pueden generar conformismo en nuestro
ánimo.
Miremos la obra
que falta, y cumplamos los requisitos necesarios para que la obra de Dios
encomendada a nosotros en este lugar no se estanque sino que prospere.